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¿Apariencia o realidad? ¿Realidad o apariencia? ¿Dónde empieza una? ¿Dónde acaba la otra?
A decir de los filólogos, el término “verdad”, que traduce el griego “aletheia”, viene a significar “desvelamiento”. La visión platónica del arte, predominante durante gran parte de la historia, ubicó al arte en el lugar contrario a la verdad: el reino de la apariencia, lo falso, lo que imita a aquello que es “real”, lo que en lugar de desvelar, confunde y encubre.
Hace tiempo que esta forma de concebir el arte llegó a su fin. Lejos de ser “pura apariencia”, el arte hoy se nos revela más bien como una dimensión necesaria de nuestras vidas, una actividad en perfecta continuidad con lo que somos y lo que hacemos para ser lo que somos, pues nuestra existencia es en buena medida artística.
Cada uno de nosotros somos un “ánimo velado”. Multitud de velos de diversos tamaños, formas y colores cubren nuestras vidas. Estamos hechos de una mezcla inextricable de subjetividad y objetividad, ficción y realidad, luces y sombras. La verdad es que ya no hay una única verdad arcana, profunda, inmóvil, eterna, más allá de toda apariencia. Una vez hemos abandonado las pretensiones de una metafísica idealista, lo que hoy queremos es simplemente celebrar la pluralidad, abrir el catálogo infinito de los muchos velos que nos envuelven, no con el fin de encontrar el velo más hermoso (lo que sería vacuo y superfluo), sino con el fin de que, de esa masa enorme de creatividad nazca, acaso, un tipo de experiencia que nos permita apropiarnos mejor de las innumerables posibilidades de la vida, la cual, más allá de todo arte y toda ciencia, siempre nos sobrepasa.
La función del arte es puramente emancipadora: descubrirnos cuán abierta e inclusa cuán terrible puede llegar a ser nuestra libertad, para que podamos emplearla como mejor sepamos.
“El ánimo velado” nos ayuda a rebuscar entre todos esos velos que, como capas superpuestas llenas de historia y misterio, nos acompañan en nuestro día a día. El velo muestra tanto como oculta. Detrás de cada velo hay un largo rastro de huellas nunca fáciles de descifrar, deseos y frustraciones, ilusiones y tormentos. Cada una de las obras que aquí encontramos son algo más que una mera “representación” de la vida: son la vida misma expresándose y abriéndose camino tras alguna de sus apariencias.
“El ánimo velado” desarrolla nuestra percepción de las posibilidades de lo real y ofrece alternativas a lo vigente. Desdibuja las fronteras de lo seguro, de lo consabido y lo evidente, para expandir los contornos de nuestra experiencia e instalarnos en un terreno más incierto e inestable, pero también más apto para la vida.
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| del 8 al 31 de Agosto del 2014 | La Sala de Blas - Calle Santo Domingo núm. 8, 29300 Archidona, Málaga | Horario: concertar visita previa |
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