Miércoles 10 de noviembre
Vanguardia Esenc&Al en Oviedo
He recibido inesperadamente, por correo electrónico, una invitación emocionante, me la envía Rocío, la talentosa artista de “Los Pájaros”, se trata de una exposición híbrida de tres artistas: Jaime Luis Martín, Begoña Muñoz y Jaime Rodríguez.
Nunca he estado en una exposición tan vanguardista. En la presentación de esta tarde, en el Edificio Histórico de la Universidad, tendrá lugar una performance sensorial a cargo de la actriz Christian Herrera. En la exposición confluyen la poesía visual de Jaime Martín, la música digital de Begoña Muñoz y las imágenes dinámicas de Jaime Rodríguez. Formas de expresión artística, desconocidas para mí , así que voy a esta exposición dispuesta a vivir una experiencia única, con la expectación de quien se dirige a un país desconocido.
Desean estos artistas crear un espacio envolvente donde el espectador podrá “sentir el palpitar de las ondas electromagnéticas… experimentar la lírica de la existencia y de los procesos creativos… descubrir el paisaje para la contemplación…reencontrar la estructura inmaterial de la belleza “.Sin duda ésta es la propuesta, para mi, más sugerente de todas las exposiciones visitadas hasta ahora. Lamentablemente no puedo ir a la performance, pero mañana estoy dispuesta a zambullirme en la exposición e involucrarme con los cinco sentidos en ella
No puedo esperar al jueves, así que en la pausa del café me acerco a la Universidad a ver si ya están montando algo o haciendo algún ensayo.
El patio del edificio está vacío, la puerta de la sala de exposiciones está cerrada pero, a través de ella, se escapa una extraña música de sonidos no identificables, sonidos desestructurados que parecen emanar de bombos, motores de máquinas, metales que chirrían, elementos que chocan, trompetas lejanas, tambores o címbalos, sonidos que sugieren tormentas, ventiscas, temporales…presa de la curiosidad, abro la puerta con sumo cuidado y, sigilosamente, entro.
Desde la antesala totalmente oscura, entreveo un proyector del que surgen unas imágenes que me dejan sin respiración, son imágenes digitales geométricas, bellísimas, que se mueven y cambian continuamente segundo a segundo, de todos los colores imaginables, colores infinitos que cobran vida propia y se reflejan en las paredes blancas llenando por completo el espacio.
Si cualquiera de las imágenes pudiese detenerse, se parecerían mucho a esos cuadros de Piet Mondrain, pero con muchas más combinaciones de colores Me adentro en la sala y me dejo “envolver” por la luz, por los sonidos.
Fascinada, siento como si hubiese entrado en una dimensión distinta, en otra realidad.
Me dejo llevar por las imágenes múltiples y yuxtapuestas e imagino auroras boreales, amaneceres en desiertos dorados, cielos estrellados, fondos marinos, nubes, niebla, olas que rompen con furia en playas desiertas… La música que a mi me hubiera gustado escuchar para disfrutar plenamente al contemplar esas imágenes sería tal vez los cantos goliardos de la Carmina Burana de Carl Orff, o algo de Wagner, como el preludio y muerte de Isolda. Pero nada es perfecto, y en vez de mi combinación ideal, unos sonidos retumban en mi mente con fuerza terrible, sonidos que me resultan cada vez más turbadores y desasosegantes. Imágenes y sonidos van penetrando en mí, en una extraña fusión de belleza y tribulación, como si tiempo y espacio no existiesen.
Al fondo de la sala percibo una mujer vestida totalmente de blanco, se mueve rítmicamente, agitando su cuerpo al compás de los sonidos. En ocasiones grita y se lamenta, golpea las paredes como queriendo huir, como si quisiera liberarse de toda una vida de sentimientos reprimidos, en otras, baila armoniosamente o bien se dobla impetuosamente y salta vehemencia en una catarsis entusiasta, como liberada al fin de la prisión de su cuerpo y pudiese volar a la tierra prometida. La contemplo asombrada, cómo su cuerpo, su sombra, juega en el espacio creando efectos ópticos múltiples y fascinantes, que culminan finalmente en la fusión total con las imágenes dinámicas: como si de un truco ilusionista se tratase, su cuerpo va desapareciendo paulatinamente, hasta que ya no se distingue nada de ella, como si se hubiese vuelto invisible…
Termina la música, reprimo las ganas de ponerme a aplaudir como una posesa. La mujer se acerca a mi sonriente, es Christian Herrera, actriz. Le explico quien soy y por qué me he “colado” en el ensayo, es muy comprensiva, para nada está enfadada por mi intromisión ilegítima en la sala. Al contrario, conocerla ha sido una suerte, hablamos relajadamente, es encantadora, abierta, extravertida, va contestando amablemente a mis mil preguntas sobre la performance, sus proyectos, su trabajo. Mientras ella recoge algunas cosas yo me detengo a leer la poesía de Jaime Martín que hay escrita sobre las paredes, no la había podido leer a causa de la luz que se desprendía de las imágenes dinámicas.
Son frases, raras, sin un sentido aparente, se podría jugar a mezclarlas y componer con ellas versos alternativos, juego a mezclar y me sale ésto:
suena un acorde de silencio,
ese silencio en las palabras nunca escritas,
no escribiré,
no hay lenguaje posible para entregar la verdad…
Me despido de Christian con un abrazo y deseándole suerte, sabiendo que no volveré a verla más.
Salgo de la Universidad y aún aturdida por el sonido industrial y el impacto de la luz, tengo la sensación de que la gente camina a cámara lenta, que los colores de las gabardinas, paraguas, echarpes y botas de los transeúntes están desteñidos, sin luz, pálidos, siento como si el tráfico, el bullicio de la calle, no fuese es real.
No creo haber sentido el palpitar de las ondas electromagnéticas o haber descubierto el paisaje para la contemplación…, soy más clásica o demasiado mayor para apreciar equilibradamente los nuevos lenguajes del arte, para la contemplación elegiría, sin duda, un lugar mucho más tranquilo, como el claustro de la Catedral o el museo de Bellas Artes…
Pero estoy impactada. Creo que no olvidaré en mucho tiempo esta experiencia.
Notas sobre los artistas
Sería muy injusta si me pusiese a intentar valorar “técnicamente” esta exposición, los happenings, performances, sniggling, intervenciones, fluxus events, body art, video arte, arte sonoro, acciones poéticas etc. son un terreno totalmente misterioso, inexplorado y desconocido para mí.
Sería muy imprudente valorar el mensaje que estos tres artistas plantean, sin siquiera haber acudido a la presentación de la misma y sin haber reflexionado sosegadamente sobre la exposición. Tal vez complete estas notas más adelante.
En cuanto a los artistas, en la dirección http://www.kaosart.org/ podéis encontrar el impresionante curriculum de Jaime Rodríguez. Semejante curriculum deja a cualquiera tan sin aliento como sus imágenes dinámicas. Podríamos pensar que con tantos títulos universitarios (Master incluido), exposiciones individuales y colectivas, publicaciones etc. sería una persona distante y orgullosa, pero, por el contrario, no lo es, para nada, lo comprobé personalmente cuando me escribió un correo para agradecerme mis notas sobre la exposición de Rocío, me escribió como comisario de la exposición, ni siquiera mencionó que él era artista…toda una lección de humildad.
De Jaime Luis Martín y Begoña Muñoz no sé nada aún, a ver si puedo deciros algo pronto…
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