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el universo múltiple del arte | jaime Rguez

 
deconstrucción del Arte en un universo de multiplicidades

 

            El arte es un sistema propio de la sociedad en la que algunas personas realizan algo que está fuera del ciclo normal de producción. Para algunos artistas, el arte es una necesidad del ser humano para poder continuar con la inquietud de estar vivo; pero también es una forma de transmitir ideas y una forma de comunicar, una forma de contar cosas a los demás. Para otros el arte es algo intangible, una especie de sublimación espiritual; pero que consigue conmover los sentidos.

 

            Para la mayoría de los artistas es una forma de expresión, una forma de entender la vida, una forma de encontrarse a si mismo; traducir con los materiales y los instrumentos adecuados lo que el artista es y lo que siente en un momento determinado con el objetivo de mostrarlo, de compartirlo con los demás.

 

            Una feria convierte el arte en mercado, es decir, las obras se convierten en objetos destinados a impactar, a atrapar el ojo del coleccionista, del galerista y del público con la única finalidad de ser vendidos. El arte de feria es descubrir algo elegante y divertido que apasione a los coleccionistas que forman parte del mercado y que en la mayoría de las ocasiones intentan mostrarnos y hacer creer al artista como si fuese una especie superior de la raza humana.

 

            El arte es un valor humano esencial que nos conecta con un mundo de sensibilidad en todas sus expresiones y que no lo pueden ofrecer otras cosas de la vida cotidiana.

 

 

      Habría que entender que el arte es un concepto muy tardío en la historia de la humanidad si nos vamos hasta los orígenes de ésta. En realidad, el concepto de arte empieza a operar relativamente a partir del s. XVI con la idea de la pintura de caballete. Otra consideración fundamental es el conjunto de características que definen el Arte Moderno, de la Vanguardia y Contemporáneo. Éste es el momento en el que la creación artística toma conciencia de ser tal, es decir, el artista y el proceso artístico se asume como una pregunta y que provoca una diferencia en las formas de producción, de objetos o discursos. Por ello, es necesario tener en cuenta estos contextos para entender lo que significa la noción de arte en la actualidad.

 

      Existe pues una genealogía que explica la noción sobre la creación artística y la autonomía del objeto artístico desde la Vanguardia y el modo en que se concibe históricamente al artista como genio o la figura del genio, una figura que se puede ubicar casi con todas seguridad en el s.XVIII.

 

      Se suele hacer una diferencia quizá más geopolítica, geoestética y neoartística sobre la idea del arte como mensaje o el arte como concepto, que no necesariamente tiene que ver con toda la consideración de la producción artística en términos generales, sino que tiene un corte histórico muy particular. En la Historia del Arte el momento donde se entiende que el Arte se sitúa como un discurso está determinado por una práctica muy anglosajona que hizo que en los años 60 y 70 se conoció como  art & lenguage; esta relación entre arte y lenguaje que sustraía el carácter de la experiencia estética como condición de lo artístico para pensar el arte como un proceso de comunicación y de discurso; pero es solo una práctica, que esa práctica históricamente se halla generalizado como una forma de definir lo contemporáneo, puede llegar a ser muy problemático en el momento de pensar si es tan reductible esa relación arte-concepto o arte-discurso.Es innegable que ese concepto de arte como conocimiento o como discurso surge históricamente como en una clara oposición a la noción “burguesa” del arte como experiencia estética; pero es cierto que el propio desarrollo del Arte Contemporáneo lleva a repensar la noción de lo estético, no necesariamente la noción de lo artístico. Desde las nuevas teorías teatrales de la vanguardia histórica que ya comenzaban a apostar por una lógica de la performance y más tarde, en los años 60, lo que los situacionistas hicieron en Francia y el Fluxus en la parte artística anglosajona; comienza ahí una noción de reconfiguración de la experiencia estética en el sentido de reconfiguración de lo sensible que tiene más que ver con las prácticas artísticas que intervienen en el espacio social. A partir de estas propuestas se trata una dimensión estética del arte, pero no, una dimensión objetual.

 

      Se vuelve paradójico que el arte como discurso se separa aún más de una comprensión general, pues el arte como sistema de conocimiento va enfatizando una forma particular de construcción del discurso y de la experiencia, y en esta medida, va construyendo a su vez sus propias condiciones de producción y de enunciación.

 

      En la Modernidad y en el inicio de la vanguardia artística, precisamente entre el surgimiento y el desarrollo de la sociedad de masas y de la propaganda política que se soporta en ciertos medios artísticos o de los posibles medios de comunicación como el cine, la radio, el diseño, etc., existe claramente una función de lo sensible que esta funcionando como control social de los individuos. En este contexto, esta separación complica el discurso del arte, pero esta separación también tiene que ver con una forma de resistencia del arte ante las formas del poder y de la ideología, es decir, tiene una causa histórica. Si el arte se complica como un proceso de experiencia, lo hace precisamente para poder criticar la lógica de alienación de la experiencia que produce cierto orden de lo sensible y que se está dando con la irrupción de los medios masivos de producción. El arte se critica a sí mismo y el hecho artístico consistiría en establecer las propias condiciones de crítica de lo sensible.

 

 

            Existe una definición operativa de arte que se puede aplicar a un momento histórico y a en un lugar específico, pero desde el momento en que el arte pertenece al campo humano, sociológicamente hablando, se autodefine constantemente; se produce una dialéctica o una lógica interna en el desarrollo del arte que viene de negarse por lo que siempre aparece como una antítesis. Cuando se tiene una definición operativa de arte que parece funcionar para el momento que se está viviendo, alguien crea algo distinto para romper justamente con ese canon preestablecido, y entonces, el arte comienza a ser otra cosa; por lo que tener una definición completa que se pueda aplicar a todos los periodos es absolutamente imposible.

 

            La pregunta por el Arte Actual es cada vez más una pregunta y menos una respuesta. En lo que los autores coinciden, es que cada vez resulta más difícil definir lo que es arte y qué no lo es. Con lo que se llaman las Segundas Vanguardias o a partir del arte pop se quiebra la idea legítima de arte que se venía manejando, se inicia una irrupción y aparición de corrientes simultáneas, contradictorias y tan diferentes entre si, que impiden dar con una definición. Arte puede ser cualquier cosa, en la medida en lo que eso sea aceptado como tal. A partir de ahí la definición empieza a dejar de pasar por los objetos y pasa a tener que ver más con la relación que se establece entre creadores y receptores.

 

            Lo mismo artista, ¿quién es un artista?, es la misma pregunta desde otro lugar. Los que hacen obras de arte, ¿quiénes son los que hacen obras de arte?, son los reconocidos, legitimados o habilitados por la institución Arte, por la academia, por el público, por lo que sea; pero es en definitiva lo que define lo que el Arte es hoy: es el establecimiento, una relación de un sistema de relaciones y no algo que esté solamente ni en la obra ni en el artista ni en el público.

 

            Por un lado hay un arte tradicional que sigue funcionando por los carriles habituales, sigue habiendo música, cine, artes plásticas que funcionan en sus circuitos usuales; pero después hay toda una serie de manifestaciones que circulan por afuera de los espacios tradicionales, y ahí es donde se vuelve imposible de describir a priori como es la relación del público con esas obras. Esta condición remite un poco a este fenómeno del arte que no tiene una definición previa ni una pertenencia o un lugar social claramente establecido, se trata de un arte que abandona el lugar tradicional de una manifestación puramente estética, y es en este ámbito donde se encuentra el arte con una frontera menos clara respecto del arte que se denomina serio, superior o “elitista”. Nos hallamos en una frontera que se está difuminando por que estas manifestaciones artísticas ya han comenzado a ser fagotizadas sistemáticamente por el establecimiento.

 

 

la concepción del arte actual en su estado espectral

            El arte hoy en día ya no se puede concebir ni entenderse bajo los esquemas que fueron los suyos, no solo por razones estéticas, éticas o económicas, porque hoy en día está sometido al régimen en el sentido de la Edad Postmoderna que adelantaron también el concepto del arte-entretenimiento; por lo que el arte participa en y de la industria cultural haga lo que haga.

 

           ¿Debemos ser pesimistas? Yo no lo creo. Yo diría que el artista tiene un rol importante. Lo que el artista tiene de común con el filósofo es que los dos producen ideas, ideas que no son conceptos, ideas comprometidas en un modo de expresión particular específico. Insisto en el hecho de que no existe una idea de un modo de compromiso dentro de la expresión.

 

            El artista tiene ideas comprometidas e interesantes en su modo de expresión específico. No son subversivas o verdaderas, son ideas interesantes. Una idea interesante es una idea que abre grietas en las visiones del mundo y que es generador de otras ideas, no solo por su única propuesta formal sin más que la idea producida por la expresión artística abre sin parar otros posibles campos, y trabaja para agrandar lo real y de este hecho a la subversión de lo que es y no según el mito entretenido por las vanguardias.

 

            A medida que avanzamos en el pensamiento y el origen del conocimiento, estamos descubriendo la creatividad, no solamente como una ciencia que estudia el arte; sino que va mucho más allá de las premisas decimonónicas que presumen de crear leyes racionales. Esta hipótesis rompe con los esquemas tradicionales de pensamiento, pero ya es momento de situar la creatividad artística en ese nivel superior que aún no se le ha reconocido. Siempre se muestra el proceso como extravagante, incomprensible y que no debe tener cabida en la estructura social. A no ser aquellos que estén adaptados económica, social o políticamente, y sean aceptados por el sistema.





Una transformación personal para seguir siendo yo mismo: algo personal que se hace público.

 

            Después de una serie de vivencias personales sentía una tristeza enorme, tan honda como no había sentido jamás y eso estaba interfiriendo con mi trabajo y mis cosas. Necesitaba ayuda, me daba cuenta que yo solo no podía salir; a pesar de que ya estaba con un tratamiento especializado y que cuando hablaba de mis vivencias, la gente se sentía inquieta, aburrida y en muchas ocasiones, indiferente. Pero por otra parte, comprendía que ninguna de esas personas, de esos amigos, podía actuar como terapeutas. Aún así, siempre utilizaba a quien se ponía a mi alcance sin pensar en mi interlocutor, siendo consciente en algunas ocasiones de mi propio egocentrismo.

 

            No tenía respuesta para mi situación. Yo quería saber que era todo esto que me pasaba, que sentía, de qué manera estaba respondiendo a esa situación. Pero esta temática no es un tema que manejen los psicólogos ni los terapeutas. Me dijeron que esto que me ocurría era una depresión crónica, que mis extraños cambios obedecían a un ligero síndrome de bipolaridad; y simplemente me ayudaban con una serie de drogas antidepresivas. Pero a mi no me quedaba muy claro que fuese realmente lo que me diagnosticaban, pues tampoco aliviaban mucho mi situación; para mí era otra cosa, era una verdadera crisis existencial. No solamente era la idea de morir o la idea de dejar este mundo; yo quería entender, quería descifrar, que alguien me explique en que consistía esto de la muerte. La religión o algunas creencias tan solo tienen para ofrecerte consuelo; pero consuelo no era lo que yo necesitaba porque ya recibía ese consuelo de mi pareja y de algunos amigos que me rodeaban. Pero no se trataba de eso, necesitaba saber, necesitaba comprender, y para ello, he intentado inmiscuirme en la filosofía, sin tener una preparación adecuada ni demasiada vocación; pero finalmente, me dio la sensación de que la filosofía para lo único que sirve es para hacer preguntas y más preguntas, pero nunca responde.

 

            Al parecer, responder a las preguntas no era la función de la filosofía. Y yo de preguntas, tenía la cabeza que estallaba. De tal manera que en esas condiciones, me veía sobresaltado cada cierto tiempo, con esas crisis de miedo, de tristeza; muy entorpecido en mis posibilidades de trabajar, de hacer mi vida y mis cosas. Por lo tanto no podía dejarlo atrás, quería abrirme el camino para ver si podía dejar esta situación, y eso es lo que yo quería, lo que necesitaba para seguir el camino de mi vida.

 

            Pero como siempre, un día de tantos sentí que empezaba a ponerme triste, diciéndome a mi mismo que era un momento más de crisis, ya me disponía y me preparaba, buscaba un lugar, en mi casa, en el sofá, frente al monitor del ordenador, trabajando en una serie de proyectos a medio o a largo plazo. Me quedaba ahí y la tristeza venía, se acercaba y se instalaba; estaba un rato muy largo conmigo, un día, una semana, un mes; pero así como venía, también se iba.

 

            Un día me di cuenta de que cuando salía del estado de tristeza y yo empezaba a recuperarme, terminaba estando mejor, más tranquilo, más lúcido. Podía ver la vida de otra manera, podía volver a ilusionarme con el trabajo, con la vida, con las cosas; y después de todo, llegué a la conclusión de que la tristeza no me hace mal, no me hace ningún daño. La tristeza me hace bien; pues cuando ésta se pasa, me siento renovado. Un día trataba de pensar que es lo que la tristeza hace para que yo me sienta bien, pues yo tenía la necesidad de saber, de aprender de la vida, de la muerte, de todo; y me di cuenta de que la tristeza tiene la función de hace es llevarnos adentro, de llevarnos hacía nuestro mundo interior. Y en ese mundo era justamente donde yo necesitaba estar, en mi refugio interno; salir del mundo exterior en el que estaba y entrar en lo más profundo de mí, en un lugar y espacio que comencé a experimentar con intensidad. En algún momento me resigné, no solamente porque ya esperaba el momento, sino porque no era algo que yo pudiera manejar a voluntad.

 

            Debido a esta premisa, un día me dije que iba a acompañar a la tristeza; y entonces empecé a crear las condiciones para cuando la tristeza venía y se instalaba, comenzando con su tarea de llevarme hacia mi mundo interior. Entonces decidí bajar un poco la luz, cerré las persianas y puse algo de música para que me acompañara en mi viaje. La música apropiada y el cuaderno de bocetos era una suerte de bendición en el que expresar todo ese mundo interior. En este aprendizaje la tristeza se convirtió en el motor que daba rienda suelta a todos esos sentimientos que tenía dentro de mí y que me envolvían por completo. Me costaba creerlo; pero me sentía feliz como nunca en la vida había podido conseguirlo.

 

            En ese espacio de mi mundo interior sigo observando e indagando, sigo tratando de ver en qué consiste todo esto, y me dí cuenta de que cuando inicio el proceso, cuando emprendo el viaje hacia mi espacio interior, el que empieza el viaje es un personaje llamado Jaime Rguez que está desolado por el tema de la muerte de sus seres más queridos, que está enfermo y que no puede trabajar. Ese personaje sufriente es el que iniciaba la trayectoria; pero en el camino hacia mi mundo interior, en la medida en que iba penetrando más y más dentro de mí, ese personaje se iba desdibujando, hasta que por último, desaparecía, ya no formaba parte de mi realidad. El que estaba ahí, en estado de paz, no era más que yo mismo, yo era consciente de ser el que soy. Ese estado de consciencia: ese ser que soy en ese mundo interior en un espacio que me producía bienestar y felicidad, y que me mostraba que esa es mi condición: La felicidad y la paz es mi verdadera naturaleza. Quería quedarme a vivir ahí, no quería salir más afuera, no quería saber nada más con el mundo; porque me daba cuenta de que, sistemáticamente, cuando ese momento terminaba es porque tenía que terminar necesaria e inexplicablemente, de la misma manera que cuando un momento empezaba también terminaba y así como entraba, tenía que salir.

 

            En la medida en que iba recuperando mi salida hacia el exterior, iba recuperando nuevamente el personaje que era, el personaje común con el que me desenvolvía ante el mundo, en este mundo al que llamamos el mundo de la realidad; y una vez ahí, no obstante, sentirme un poco mejor; porque el recuerdo de esa experiencia me hacía mucho bien; aunque también me encontraba con todos los problemas que significa vivir y compartir esto que llamamos la vida, la realidad o como lo queramos llamar. Sabía que mi situación vital y existencial era ésta: entrar y salir. No podía quedarme adentro, tenía que hacer mi vida afuera y que el mundo está ahí, para involucrarme, para hacer lo mío. Cuando toda esta situación crítica fue pasando y fue quedando atrás, con este aprendizaje realmente fenomenal que pude hacer, en un momento acepté que cuando estoy en este mundo debo cumplir con mi rol, es decir, artista, coordinador de exposiciones, historiador, etc., y que me dedico a ayudar y compartir con los demás, con quien me necesita o con quien yo necesito. Esto es lo que siento que quiero hacer. De esta manera ya entiendo en que consiste el arte y el proceso humano de vivir. Pero también comprender que esto es un rol, un rol que se termina en el momento en que se pierde de vista.

 

            Ahora estoy aquí, tranquilo, dispuesto aunque inquieto, inseguro y temeroso; porque no sé como continuaré en un futuro. Mis nuevas piezas surgen al interiorizar mi identidad, a solas, conmigo mismo y descubriendo mi ser interior, desprovisto de cada rol que me había impuesto cumplir en cada momento; pero hay que tener en cuenta que aunque la obra tan solo refleja aquello que se desprende de mí, ese ser que uno verdaderamente es, éste solamente se puede expresar en el mundo a través del cumplimiento de las tareas y de las funciones a las que nos dedicamos periódicamente, por lo que me doy cuenta de que esa cotidianidad pseudoagorofóbica es el único elemento que puedo trasladar a cada uno de mis pulsos creativos. La manera de presentar estos impulsos parte de ser yo mismo; y por lo tanto, lo que hago suele ser inclasificable y, en definitiva, eso es lo que me satisface; porque uno de los vicios de este mundo es que tiene una perversa costumbre o manía de poner una etiqueta a cada persona, quizás para poder manipular mejor a la condición humana; que es de por sí tendente a la libertad. Clasificarnos es una manera de tenernos prisioneros, y lo mismo pasa con los géneros artísticos. En la mayoría de las ocasiones, sino en casi todas, no sé realmente clasificar mi obra, no sé de que se trata y además, no quiero enterarme; porque soy consciente de que tengo un gran sentido de la desorientación y normalmente, me siento bastante perdido en la realidad, entonces lo que hago es dirigirme por donde la subsistencia me deja, intentando decir las cosas de la manera más sencilla, aunque resulta bastante difícil porque la vida es muy compleja.

 

anotaciones tácticas: apropiaciones del conceptualismo.

 

      La actitud conceptual consiste en considerar los objetos como medios para comunicar ideas. No importa si estos objetos se sujetan a los cánones preestablecidos estéticamente desde la concepción convencional de belleza. Al entrar dentro del espacio arte-idea hace que la definición de arte sea múltiple y abierta. Este punto de vista es el motor creativo del artista contemporáneo. .

 

      La idea libera al artista de la esclavitud y su obra se presenta frecuentemente con textos o anotaciones que suelen ser diversos incisos de información sobre diferentes aspectos de la vida y hace que la obra adquiera un semblante político. Cuando una obra se muestra cíclica, reiterativa y atemporal, nos recuerda habitualmente aquellos problemas que aún están sin resolver en la sociedad.

 

      El arte siempre debería ser irreverente porque es una gran mentira estética; pero no porque el artista sea irreverente, sino porque la mayor parte del público es ingenuo y se queda perplejo porque desconoce el léxico artístico que el artista ha decidido utilizar para la presentación de su obra. Justamente, lo que el público se está preguntando o lo que está criticando es lo que sirve, y esta disyuntiva es la que genera una discusión sobre el significado de arte; algo que continuamente se replantea en el arte contemporáneo desde la vanguardia hasta la actualidad.

 




el arte nos hace evolucionar y aprovechar lo mejor de nosotros mismos para tener un mejor presente..

 

            Analizando esas cosas que a veces cambian nuestra vida y pueden pasar muchas veces desapercibidas, y a mí realmente lo que me cambió la vida fue una frase: Aquel que se dedica a lo que ama está condenado al éxito. Pero mucho más allá que una frase, esta síntesis de pensamientos me hizo realmente creer que todo esto que yo quería hacer podía ser posible. Luego, más adelante, resulta que profundizando un poco más en esta frase, yéndonos a la dedicación, la pasión, al entregarte a un sueño; luego me di cuenta que no solo era eso lo que me iba a hacer que me quedara en este camino; sino que se siguiera adelante. Me di cuenta que realmente esa dedicación, esa pasión y entrega era constancia, era todos crear algo todos los días, tener algo de disciplina. Y nosotros mismos como artistas nos ponemos estos estigmas que creemos que la sociedad nos ha dado. Me gusta pensar que todo artista es primero un amateur; porque a veces soñamos muy lejos y en muchas ocasiones las personas se plantean un objetivo que suelen confundir con las consecuencias de cumplirlo y debemos diferenciar ambos términos; ya que no se trata de lo mismo; por eso, pienso que debemos tener unos objetivos muy claros sin plantearnos las incertezas de sus consecuencias.

 

            Para conseguir nuestro objetivo debemos plantearnos la palabra y el deseo innato que tiene la naturaleza del ser humano: La palabra surge siempre del pasado y en este punto siempre me ha gustado encontrarla de alguna manera en los grandes pensadores, ya que éstas podían nutrir mi motivación y mi inspiración todos los días. Por otro lado he tenido la suerte de conocer a alguien que tenía tantas ganas de viajar como yo y que compartiría este deseo. En este afán me di cuenta de que cuanto más viajaba, más iba evolucionando mi manera de pensar, me hacía ser más sensible para ver el mundo de otra manera, y en definitiva, descubrí que mi trabajo era mejor, ya que me motivaba de tal manera que las ideas fluían y las transmitía en cualquier proyecto que tuviera enfrente. Esta idea de que viajar me hace evolucionar, me hizo ver un poco más allá de lo que mis ojos veían, ser más perceptible, me hace ver algo increíble en los detalles, y son estos detalles los que me hicieron crecer como ser humano, siendo más flexible y tolerante al interesarme por los otros.

 

            Esta panorama me hizo preguntarme si realmente lo que estaba haciendo yo me acercaba al lugar donde quiero estar el día de mañana y descubrí que me interesaba improvisar, sacar lo mejor de mí. La sociedad nos enseña que el mejor camino en esta vida es el más corto y yo no creo en esto, pienso que el mejor camino es el más maravilloso y el que me hace ser más feliz. Pero en el mundo, nos preparan tanto para vivir en el futuro, pensando en que este va a ser mucho mejor, que por otro lado nos hacen dejar de apreciar el presente. No hacemos lo mejor de nosotros mismos para tener un mejor presente; por lo que deberíamos aprovechar cada momento y hacer que cada momento valga la pena; porque no nos damos cuenta de lo frágil y fugaz que es la vida, y a veces eso se nos olvida.

 

            En ocasiones, me gusta pensar en el trasfondo que tienen nuestras acciones y lo lejos que pueden llegar las cosas que hacemos o decimos; ya que puedes decir algo positivo o negativo, y no sabes a quien le puede cambiar la vida.

 

           



El Arte es algo sagrado.

 

            Si digo que el Arte es algo sagrado(1) suena a reaccionario, aunque tendríamos que medirlo desde un punto de vista subjetivo a partir de lo que podríamos denominar una cuestión de gusto. Pero en la actualidad, salvo algunas excepciones muy valiosas, el arte está a la moda y esa generalización convierte a las artes mayores en abominables. Los grandes creadores artísticos son eternamente actuales por el mismo motivo que los sueños no progresan, pues se refieren a los grandes valores permanentes y subconscientes de la condición humana: la muerte, la soledad, el amor, el deseo. Son grandes problemas metahistóricos y esto es lo que podríamos denominar Arte con mayúscula. Las grandes artes no están a la moda, el arte cambia, naturalmente; pero son cambios de superficie, no de fondo. Los cambios se producen en el inconsciente; pero ésta intuición solamente parece mejorar en su mediocridad, por lo que el Arte también fracasa.

 

            Hay progreso en el conocimiento intelectual, ese que se hace solamente de una forma lógica o matemática y que va mejorando con el tiempo; pero el gran Arte es siempre el mismo, tiene las mismas raíces en ese pensamiento irracional que podríamos llamar “mágico” y que se manifiesta permanentemente en un reconocimiento de la esencia o del alma, es decir, no se trata de un conocimiento exacto, no tiene nada que ver con un razonamiento indiscutible ideado por el pensamiento lógico.

 

            La condición humana se está deteriorando a causa de la sobrevaloración que se hizo del pensamiento lógico, olvidando el ‘pensamiento mágico’ que se ha subestimado y se ha ridiculizado, siendo considerado como un asunto de retrógrados o de ignorantes; esto hace que el Arte Actual pase por una gran crisis espiritual(2). La sobrevaloración que se le dio al pensamiento lógico sobre el que no lo es, conlleva el abandono y la pérdida de las ideologías; pero por suerte, aún quedan personas dispuestas a creer que otro mundo mejor puede ser posible; y parece ser que en los momentos de crisis reaparecen una serie de artistas capaces de expresar y replantear abiertamente otras utopías de una forma positiva. En la mayoría de las ocasiones las lecciones de vida y de dignidad que el mundo necesita, las suelen dar los más pequeños; porque el arte consiste en hacernos dudar y pensar que hay algo más de lo que percibimos.

 

(1)sagrado > venerable > respetable > digno
(2)espiritual > idealista